«No basta con leer para escribir correctamente. Hay que escribir, revisar y reescribir.»
A medida que avanzamos en la comprensión de los procesos cognitivos de la lectura y la escritura, la investigación nos da pistas claras sobre cómo enseñar ortografía de forma eficaz. La ortografía, a menudo reducida a la memorización, es uno de los aspectos más complejos de la escritura.
No solo implica normas y excepciones, sino que exige una gran automatización para liberar recursos cognitivos y permitir que el texto fluya.
Una revisión rigurosa de Palombo y Cuadro (2019), que hemos conocido a través del blog de Juan Cruz, analiza doce programas de intervención ortográfica con evidencia empírica.
Los resultados, lejos de sorprender, reafirman lo que la neurociencia defiende desde hace años: la enseñanza sistemática, explícita y estructurada, como lo que propone Glifing, es fundamental para construir representaciones ortográficas sólidas.
¿Por qué aprender ortografía es entrenar la plasticidad cerebral?
Los autores parten de una premisa clave: la exposición pasiva a la lectura no basta para adquirir una ortografía robusta. Es escribiendo, copiando, revisando y comparando que las palabras se convierten en representaciones mentales permanentes.
Esta idea se sustenta en la plasticidad neuronal, uno de los fundamentos de Glifing. Entendemos la lectura y la escritura como habilidades que se pueden entrenar, siempre y cuando se respeten los ritmos, las etapas y los mecanismos cerebrales que las sustentan.
Los 3 elementos fundamentales de los programas eficaces
Los estudios revisados muestran que los programas con mejores resultados comparten tres elementos fundamentales:
- Retroalimentación explícita sobre errores y aciertos.
- Enseñanza directa de las normas ortográficas y estrategias metacognitivas.
- Actividades significativas y con propósito, alejadas de la simple repetición mecánica.
Todo esto apunta a la necesidad de dotar al aprendizaje ortográfico de contexto, intención y comprensión. No se trata solo de saber escribir “jirafa” con jota, sino de entender por qué, de reconocer patrones y de generalizarlos en situaciones reales de escritura.
El papel de la escritura: la mano como aliada de la mente
Uno de los puntos destacados de la revisión es el valor de la copia activa y guiada. En lenguas transparentes (como el castellano) esta práctica es más efectiva que la lectura pasiva.
Escribir a mano activa circuitos motores, visuales y lingüísticos a la vez, y contribuye a consolidar las conexiones entre grafema y fonema. Cuando el alumno escribe, no solo recuerda cómo suena la palabra, sino cómo se ve, cómo se traza y cómo se construye.
Practica con las fichas de escritura Glifing
Por esta razón, Glifing propone reforzar las sesiones de lectura con las fichas de escritura. Y sí, nosotros que somos tan digitales, ¡estamos hablando de lápiz y papel!
Recursos descargables:
Descárgate una ficha de escritura
Descárgate una ficha de escritura de descripción de Bet. (Primaria)
Descárgate una ficha de escritura de comprensión lectora (Secundaria)
Este punto conecta con las dinámicas lúdicas de Glifing, en las que el entrenamiento lector es una vivencia integral que involucra la atención, la memoria, la planificación y la autocorrección.
Intervención específica, resultados medibles
Los programas revisados no son genéricos. Son intervenciones focalizadas en la ortografía; muchas de ellas son cortas (entre 3 y 15 sesiones) pero intensivas. Este modelo de entrenamiento focalizado se muestra mucho más eficaz.
En Glifing, la evaluación inicial identifica el perfil lector de cada niño y niña, y el entrenamiento se adapta para atacar las dificultades reales. Cuando la dificultad es ortográfica, el sistema prioriza actividades que combinan lectura y escritura de forma integradora.
Condiciones clave para el éxito (según Palombo y Cuadro)
Los autores identifican varios factores comunes en los programas exitosos:
- Intervención sistemática y planificada.
- Presentación explícita de las normas e irregularidades.
- Práctica guiada y corregida (con feedback).
- Acompañamiento progresivo: ir de lo más simple a lo más complejo.
- Adaptación a las características individuales.
En resumen, aprender ortografía no es solo memorizar. Es reconocer patrones, activar representaciones mentales y ser capaces de revisar, corregir y consolidar.
Estrategias visuales y fonológicas para alcanzar la ortografía
“Para recordar cómo se escribe una palabra, se tiene que haber oído su música y haber visto su forma.”
La adquisición de la ortografía es un proceso complejo que implica diferentes rutas. Sabemos que el cerebro lector es un sistema cerrado: aprender a escribir correctamente activa simultáneamente sistemas de procesamiento fonológico, visual, morfosintáctico y semántico.
En este sentido, identificamos dos vías complementarias que nos ayudan a consolidar la ortografía de las palabras: la estrategia fonológica y la estrategia visual. Las dos son esenciales, y ninguna de ellas es suficiente por sí sola.
- La estrategia fonológica: el eco de los sonidos
Es la más temprana. Consiste en escribir la palabra tal y como suena, segmentándola en fonemas y asociando cada sonido a su grafema. Es la estrategia principal en las lenguas transparentes como el castellano, en que la correspondencia entre sonido y letra es relativamente estable.
Este proceso exige un buen dominio de la conciencia fonológica, la capacidad de reconocer, manipular y secuenciar los sonidos del lenguaje oral.
Por ejemplo, un niño puede escribir “jenerál” en vez de “general”, porque ha aplicado correctamente la conversión fonema-grafema, pero no ha activado la representación ortográfica visual.
Esta estrategia es imprescindible al principio, pero es insuficiente para palabras con irregularidades (“haba”, “voy” o “conocer”).
- La estrategia visual: la fotografía de la palabra
Con el tiempo y la exposición repetida a la palabra escrita, el cerebro construye representaciones ortográficas visuales: imágenes mentales de cómo “tiene que ser” una palabra.
Este proceso activa el área visual de reconocimiento de palabras (Visual Word Form Area). Es el que nos permite detectar de un vistazo que “votar” y “botar” son diferentes, aunque suenen igual.
O darnos cuenta de que escribir “me he cazado con un amigo” hace que nos salte una alarma mental, no porque hayamos consultado la norma, sino porque la forma visual nos resulta extraña.
La estrategia visual es menos consciente y depende de la práctica. No se aprende por deducción, sino por familiaridad. Aquí sí que tienen ventaja las personas que leen a menudo: leer no basta, pero si que es necesario.
Es el mismo mecanismo que nos hace reconocer errores en palabras habituales (como “aparte” o “sobre todo”) sin necesidad de saber la norma gramatical que lo justifica.
Glifing integra las estrategias fonológicas y visuales
Uno de los valores añadidos de Glifing es que integra las dos estrategias en su entrenamiento lector:
- La estrategia fonológica se trabaja a través de la lectura silábica, la decodificación y la manipulación de sonidos.
- La estrategia visual se estimula con la repetición de palabras de uso frecuente, la exposición sistemática a formas ortográficas específicas y el entrenamiento de la fluidez visual.
Además, la revisión de errores forma parte del ciclo de aprendizaje: la niña o el niño reconoce, corrige y consolida.
La importancia de gestionar el error en el aprendizaje
Sobre la gestión del error ya hemos hablado ampliamente, como en este artículo: Glifing: una historia de amor, errores y perseverancia.
Cuando trabajamos con niños y niñas con dificultades de aprendizaje, enseñarles a convivir con el error y a gestionarlo emocionalmente es clave para preservar su autoestima y motivación para aprender.
En este documento no profundizaremos más en ello, pero os invitamos a recuperar las conferencias de la Academia Corazón Lector de Avesedari, en las que Sílvia Figiacone nos habló de esta gran oportunidad de aprendizaje. Ver vídeo: Cómo gestionar el error de Silvia Figiacone
Conclusión: enseñar ortografía es entrenar el cerebro
El artículo revisado confirma con evidencia que la ortografía se aprende mejor cuando la enseñanza es específica, explícita y adaptada. Esta es la propuesta de Glifing: un método basado en la neurociencia, que entiende que las dificultades no son fracasos, sino falta de oportunidades adaptadas para consolidar redes neuronales específicas.
Si queremos mejorar la ortografía de los alumnos, no podemos confiar solo en la lectura. Hay que intervenir, entrenar, evaluar y ajustar. Porque, como ya hemos dicho muchas veces, la lectura (y la ortografía) no vienen solas. Pero con una buena guía, todo el mundo puede llegar.

